
[...] es mi deseo lo que deseo, y el ser amado no es más que su agente.
[...]
Y si un día llega en que me es necesario renunciar al otro, el duelo violento que me embarga entonces es el duelo de lo Imaginario mismo: era una estructura querida y lloro la pérdida del amor, no de tal o cual.
Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes
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